A muchos os parecerá muy raro el título de este artículo. A otros les parecerá una soberana idiotez (incluso después de haberlo leído)… Sin embargo la reflexión que se esconde detrás me ayudó mucho a concebir Sinapsis tal y como hoy es (claro queda que, parte de mi trabajo, es filosofar… ;D).
Al tema: el caso es que me encontraba leyendo un libro de Charles Bukowski en el que el protagonista citaba a Sófocles y a como éste hacía uso del recurso “Deus Ex Machina” para desenredar los entuertos en los que se metían los personajes de sus obras. En ese momento empecé a cultivar una idea, un paralelismo entre esta figura literaria (ya usada en su momento para explicar una situación social real y tangible de la época) y el mercado del Marketing, Comunicación y Desarrollo de negocio en Internet (horas más tarde estaba inmerso en la lectura de “Antígona”, pero esa es harina de otro costal).
El caso es que En la obra de Sófocles todos y cada uno de los personajes persiguen, durante toda la acción, la felicidad personal e individual. Cada uno busca su propia felicidad sin tener en cuenta al resto de personajes, sin hablar con ellos, muchas veces cruzándose con ellos e ignorándolos por completo en un mismo acto. Este comportamiento les aboca a todos al fracaso.
Para solucionar esto el autor ponía en acción a un dios que, poseedor del conocimiento de todo, solucionaba la situación. A esto se le llama “Deus ex Machina“.
De Bukowski al Marketing
Extrapolando esto a nuestro caso tendríamos que:
– Los personajes son proveedores y clientes
– El escenario es “el mercado”
– El dios es “El Gurú”
Lo que quiero decir es que, en muchos casos (y muchos os sentiréis identificados), parece que cada una de las partes “tira para su propio lado”, sin tener demasiado en cuenta el beneficio común.
Muchas veces el cliente tiene un proyecto y cree tener una necesidades que, probablemente, no se ajusten demasiado a la realidad. La agencia que les ofrece servicios tiene el único objetivo de lucrarse mediante la gestión de dicho proyecto, por lo que se afana en ofrecer unos servicios que, al final del proyecto, habrán sido poco aprovechados… Y después, como Deus Ex Machina, tenemos al Gurú, una figura que hemos creado entre todos los que nos vemos envueltos en este tipo de situaciones y que, sin embargo, de las que nadie conoce exactamente la naturaleza, y de los que se espera una actuación milagrosa que “nos resuelva la papeleta”. Lo malo, a diferencia de la obra de Sófocles, es que en la vida real, los milagros, no existen.
Hasta aquí mi disertación. Dejadme aclarar que mediante este artículo no pretendo otra cosa que sea “pensar en voz alta” y compartir, con todos vosotros, una idea/concepto que me pareció interesante en su momento y que utilicé como herramienta para forjar, junto a Toni Garrido (mi amigo, socio y compañero de viaje), una idea.
Espero vuestros comentarios (¡todo está permitido!). ;D
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