Es lo mismo que mezclar ajos con cebollas

Impresión y gramaje del papel, ¿cómo interpretarlos?

 

Hola lectores de blogs y personas que por casualidad han llegado hasta este artículo.

En primer lugar me presento. Mi nombre es Sergi Alegre y formo parte de We‘re Sinapsis desde hace aproximadamente un año. Mis funciones en este equipo son las propias de un diseñador gráfico puro en una agencia de este tipo. Desarrollo de creatividades como: banners para páginas webs, edición fotográfica, etc.

Siguiendo con mi presentación, diré que siempre he considerado que la humildad es una virtud y que no se debe alardear de los conocimientos que uno/a tenga, sino compartirlo con los demás en el caso de ser necesario.

Paralelamente, siempre me ha sorprendido la tendencia natural de la raza humana para meter la pata. Dicho sea de paso, también me sorprende constantemente que algunas personas tengan por costumbre pedir descuentos en proyectos de diseño o similares, como si estuvieran negociando la compra-venta de pipas para fumar en un mercado egipcio (allí es casi obligatorio). Supongo que al final todo gira en torno a las diferentes costumbres o personalidades humanas.

Pero volvamos al tema de compartir conocimientos, y hablemos del mundo de la impresión gráfica y más concretamente del gramaje del papel en el que imprimimos nuestros flyers y demás impresos publicitarios.

 

El apasionante mundo del gramaje del papel

Es importante aclarar que existen una infinidad de tipos de papel con diferentes acabados y que estos, aportarán diferentes valores a nuestros diseños. A grandes rasgos, las diferencias suelen ser el peso y los acabados (estucado, satinado, etc.)

El mundo de la impresión puede llegar a ser muy complejo, sobre todo cuando se mezcla (tal y como decíamos anteriormente) con las diferentes costumbres y personalidades humanas.

Con relación a esto, expondré el caso de un diseñador al que le pidieron desarrollar un díptico. Éste avisó por cortesía a su cliente (puesto que normalmente a los clientes de este tipo les da igual este punto) que el papel elegido sería un papel estucado mate de 120 g.

Todo el proyecto transcurrió dentro de la normalidad y digo «normalidad» porque el cliente en cuestión hizo caso omiso a los avisos del diseñador, que le advertían que se estaban sobrepasando la cantidad de cambios acordados en el diseño. Estos cambios se habían acordado por ambas partes anteriormente y como es lógico, incrementaron el precio final.

Así se creó la tormenta perfecta: teníamos a un cliente que buscaba fallos en un proyecto que además sería muy costoso.

Esta situación provocó que el cliente fuera, digámoslo así, «más crítico» con la exactitud en las características del díptico. O dicho de otra forma, comenzó a buscar defectos…

La anécdota vino después de la impresión (junto con el pago por el trabajo realizado), cuando el cliente envía un vídeo en que está pesando el papel (un díptico con medidas de un A5) que daba como resultado un peso de 10 g. En el vídeo se podía ver cómo el cliente pesaba el díptico en dos básculas diferentes (para dejarlo clarito) y al ver que no llegaba a los 120 g que a su entender tenía que pesar y que solo pesaba 10 g el cliente reclamaba un descuento en su factura final.

Aclaremos ahora, por si queda alguna duda, que el peso del papel lo definen varios factores como podéis ver en este enlace.

no son lo mismo ajos que cebollas

Dicho esto, recuerden todas aquellas personas que piden descuentos, la teoría de la evolución dice que las personas inteligentes tienen más posibilidades de sobrevivir. Así que sean críticos, pero corteses, confíen un poco en los profesionales y no mezclen ajos con cebollas.

Diseñador gráfico con más de 10 años de experiencia en proyectos de identidad corporativa, ilustración publicitaria y animación 2D. Amante de la escalada y la ilustración muralista, vive entre la pantalla de su ordenador, sus pies de gato y sus botes de pintura.