Según la Real Academia Española confiar es «depositar en alguien, sin más seguridad que la buena fe y la opinión que de él se tiene, la hacienda, el secreto o cualquier otra cosa»

Es un concepto que desde pequeños aprendemos y aplicamos incluso antes de saber hablar. Al crecer esta confianza se extiende a otras personas haciendo la base de una amistad.

Sin embargo, cuando uno ya es adulto, en un ámbito laboral,  ya no es tan explícita y en mi humilde opinión es un error gravísimo. La confianza no deja de ser una parte muy importante de una relación profesional.

Cuando empezamos con una nueva cuenta muchas veces me siento como el niño que llega nuevo a un cole o el primer día de trabajo en una oficina. Todo el mundo ya se conoce pero a ti no, todos tienen sus grupos de amigos y saben dónde está todo.

Y ahí estás tú. Intentando no desentonar, no llamar la atención pero a la vez haciendo un esfuerzo para poco a poco ir encontrando tu sitio. Pero no todo está en tus manos. Dependes de los demás porque sin ellos no puedes ir a ningún lado.

 

 

Sentar la bases en la relación con el cliente

 

Con los años, me he dado cuenta que para empezar una relación con un cliente hay que sentar estas bases:

1.- Creer en tu trabajo o en el trabajo/servicio que tú representas

2.- No creerte por encima de nadie

3.- Tener las ideas claras 

4.- No dejarse arrinconar por nadie

4.- Escuchar las necesidades del cliente 

5.- Si algo no tienes claro del negocio del cliente: pregunta! Sin información no vamos a ninguna parte

6.- Al cliente le tiene que quedar claro para qué estás ahí y qué beneficios saca de vuestra relación.

Y todos estos elementos tienen un elemento común: la confianza. 

Primero confiar en ti, tu trabajo y en el de tu empresa para llegar a que el cliente confíe en ti/tu empresa y te dé libertad para ejercer tu trabajo de la mejor manera que sabes.

 

La confianza es esencial… pero no basta

 

Pero… con la confianza basta para hacer una relación estable?

¡No! 

Hay que acompañar esta confianza con resultados.

Y ahí viene el segundo punto clave: los resultados

En este sector, a veces, puede costar hacerlo visible. ¿Quién no se ha enfrentado a la frase “¡esto con un ordenador lo hago yo!”? Me recuerda mucho a otra frase de la que ciertos padres hacen uso cuando visitan un museo:  “Esto mi niño de 3 años te lo hace en una tarde…”.

Estas frases hacen visibles una total desconfianza y sin ella ya puedes presentar los mejores resultados de la historia que el cliente no va a darse por satisfecho.

¿Por qué? Porqué el cliente ya no confía en nosotros.

La confianza es como el oxígeno, nadie se para a pensar en que está ahí, pero sin él no funciona nada

Si no confías en tus proveedores, empleados, compañeros de trabajo… que paren las rotativas y piensa qué puedes hacer para cambiarlo.

Sin haber estudiado traducción e interpretación, mi trabajo es ser el puente entre cliente y equipo de Sinapsis. Para mantener mi cordura, en mi tiempo libre, me dedico a disfrutar de música, dibujos, pinturas y acuarelas cuando no estoy disfrutando de una buena conversación con amigos.